BODEGA

En nuestra bodega adoptamos una filosofía basada en el respeto por la uva y en una elaboración precisa y consciente. Creemos que el vino debe expresarse con claridad, sin artificios, pero también con un seguimiento técnico riguroso que garantice calidad, estabilidad y personalidad. Cada decisión se toma observando el viñedo y el vino en cada fase, buscando siempre equilibrio y autenticidad.

Nuestro compromiso con la tradición nos ha llevado a recuperar el uso de las tinajas de barro centenarias de Villarrobledo, pieza clave en nuestra elaboración. Fabricadas con una mezcla de cinco arcillas —dos con alto contenido en sílice— y cocidas a altas temperaturas hasta cristalizarse, no transfieren sabores al vino. Su porosidad permite una microoxigenación natural que favorece la clarificación y la estabilización sin intervenciones externas. Disponemos de tinajas de 60 a 600 litros, lo que nos permite adaptar las crianzas a cada perfil de vino.

Trabajar con tinajas no es casualidad: aunque ya no continuamos con el oficio, descendemos de familia de tinajeros, y aún conservamos piezas que han pasado de generación en generación. Esta herencia forma parte de nuestra identidad y aporta singularidad a nuestros vinos.

Este enfoque tradicional se combina con técnicas actuales que garantizan precisión y calidad. La uva se trata con el máximo cuidado desde la vendimia hasta el embotellado, buscando siempre que cada vino sea una expresión fiel del viñedo del que procede. En bodega aplicamos un trabajo sostenible y medido, evitando intervenciones innecesarias y permitiendo que cada proceso se desarrolle de forma natural y controlada.

Nuestro compromiso con la tradición, la sostenibilidad y la autenticidad nos lleva a elaborar vinos que reflejan con claridad el carácter de nuestra tierra, demostrando que el trabajo consciente, la observación constante y el respeto por el origen son clave para crear vinos genuinos y con alma.